Había conciliado un sueño ligero para despejarse el cuerpo, y tal vez porque el sueño había sido tan placentero, la visitaron muchos recuerdos. En ellos, vio algunos de un pasado lejano demasiado revuelto como para ponerlo en orden.
Había una visión de sí misma como niña, pero también como bruja, un número infinito de sí misma en un número infinito de formas, por lo que ante las múltiples visiones, se sintió como una viajera que caminaba sola por un páramo desolado.
Todas las diversas personas con las que había firmado contratos finitos hacía tiempo que habían vivido y muerto, ahora, ella era la única que continuaba con su camino, completamente sola.
No, quizás le gustaba pensar que seguía, pero en realidad era como si estuviera detenida en el lugar. Era como el día en que lo había perdido todo...
Entonces, alguien le tocó el cabello, y la conciencia regresó; la luz brilló en sus ojos.
Una luminosidad la rodeaba, pero aún no podía despertar del todo, pero una mano cálida le acarició lentamente el cabello. El suave toque le infundió una sensación de seguridad…
Aquella sensación la hizo caer en una calma sin sueños.
Cuando su cuerpo se sintió finalmente recuperado y se despertó por fin, Tinasha se llevó las rodillas al pecho y ladeó la cabeza confundida.
— … ¿Óscar? —
No podía recordar por qué su nombre estaba en sus labios, pero recordó el calor que había sentido en su pecho… y se sonrojó un poco.
En el estudio de la fortaleza, el joven príncipe redactó inmediatamente un informe detallando los recientes sucesos, añadiendo la información que había obtenido de Tinasha.
Una vez que regresaran al castillo y lo entregase, habría terminado. Entonces, levantó la vista y le hizo una seña a su protectora, quien se encontraba cerca.
— ¿Qué sucede? — preguntó ella, acercándose con expresión dudosa.
Óscar la levantó con facilidad y la acomodó sobre sus rodillas. Su delicado cuerpo se había sentido tan pesado cuando estaba inconsciente, pero ahora era tan ligero que parecía inhumano.
Tinasha siempre flotaba en el aire, así que quizás había reducido su peso con magia.
Sostenida en su regazo como una niña, la bruja le miraba fijamente con sus ojos redondos.
— ¿Qué estás haciendo…? —
— Ah, tu apariencia actual me hace desear abrazarte. — respondió él.
— … —
Tinasha frunció el ceño, pero él no le dio importancia y le pasó los dedos por el cabello pulcramente recortado.
— Le dije al grupo que regresó antes que nosotros que se mantuviera en silencio, pero teniendo en cuenta la apariencia que tienes ahora, ya no podemos ocultar el hecho de que eres una bruja. Y por cierto… ¿Utilizarás un hechizo para restaurar tu antigua apariencia? —
— No, ya no importa. De todos modos, sería difícil evitar que la gente hable. —
— Ya veo. —
— También me he cansado de llamar a cierto príncipe idiota: “Su Alteza”, así que me viene bien. —
— Cansada de ello, ¿eh? —
Tinasha cruzó sus delicadas piernas, permitiendo a Nark revolotear en su regazo en lugar de deambular por la habitación, mientras la luz del sol que se filtraba por la ventana calentaba las piernas blancas blanquecinas.
— La niebla que rodea el lago mágico se debe a la bestia, así que debería despejarse pronto. Alguien debería ir a comprobarlo una vez cada tres meses. ¡Ah! Pero hubo un derrumbe, así que diles que tengan cuidado. — instruyó la bruja.
— ¿Se secará el lago mágico? — preguntó Óscar.
— El lago es el rastro de la poderosa magia esparcida por la tierra de allí, así que… aunque se consumiera un poco, absorberá la magia y la vitalidad de la tierra circundante y se restablecerá con bastante rapidez. —
— Entonces, así es como funciona. — dijo Óscar, frotando los dedos de los pies desnudos de Tinasha, y juguetonamente, Nark intentó agarrarle los dedos.
Tinasha se cruzó de brazos, quedándose pensativa.
— Pero ese mago que apuñalaste me molesta. ¿Supongo que esto significa que fue él quien puso en la mente de ese viejo la idea de liberar a la bestia demoníaca? —
— Es muy probable. — respondió Óscar.
— ¿Qué asunto tiene conmigo para ir a tal extremo? Es muy molesto. Ojalá se dejara ver. — Tinasha hizo una mueca.
— Bueno, en realidad… No lo hace porque lo matarías, ¿verdad? —
— Cómo te atreves a pensar en mí de esa manera. Pero… sí, definitivamente lo mataría sin dudarlo. — dijo la bruja como si fuera la opción más obvia, precisamente por lo que su oponente estaba pecando de precavido.
Sin embargo, por la forma en que había actuado, era muy posible que siguiera haciendo avances indirectos. Enfrentarse a él iba a ser mucho más difícil que manejar un desafío directo.
Sin inmutarse, Tinasha afirmó con decisión:
— En cualquier caso, me persigue, así que no puedo causarte ningún problema. La próxima vez que tienda una trampa, me encargaré de él de forma definitiva. —
— Entiendo cómo te sientes, pero no exageres. Me preocupa cuando haces las cosas por tu cuenta. — dijo Óscar.
— … Tendré cuidado a partir de ahora. — aceptó Tinasha, agachando un poco la cabeza.
Debía de ser consciente de que le había preocupado.
Óscar sonrió, y Nark voló hacia su hombro. Entonces, hizo la pregunta a la que llevaba tiempo queriendo llegar.
— Ah, es cierto, ¿qué clase de hombre era mi bisabuelo? —
— … ¿A qué viene esto? ¿Por qué quieres saberlo? — Tinasha respondió con sus propias preguntas.
— Bueno, sólo tengo curiosidad. Ese anciano dijo algo sobre él, ¿no es así? —
El viejo mago había llamado a Regius el hombre que ella amaba, por lo que Tinasha parecía a punto de desmayarse por la angustia.
— ¡Aaaauuughh! En su momento hubo mucha gente que tuvo esa misma impresión equivocada. Por favor, ¡créanme cuando les digo que no fue así en absoluto! — se quejó.
— Los viejos cuentos de hadas de Farsas también afirman que fue así, ¿sabes? — añadió Óscar.
La historia de un rey y una bruja se contaba a los niños de todo el mundo, e incluso el propio príncipe había escuchado aquel relato, en el cual, Tinasha se había hecho pasar por bruja, y por eso Óscar se había sorprendido al conocer a la verdadera protagonista de la historia.
— Sabía que debía haber historias de ese tipo, pero también sabía que me harían enfadar, así que nunca me molesté en escuchar alguna. Un rey pide ayuda, y la bruja le exige que se case con ella y le entregue su reino a cambio… — comenzó Óscar.
— ¡Noooo! — se lamentó Tinasha.
— Al terminar la guerra, el rey acepta y celebra una boda, pero la bruja desaparece sin dejar rastro. —
— Algunas partes podrían ser verídicas, ¡pero no fue así en absoluto! —
Alguna pequeña porción de su magia estaba empezando a filtrarse como resultado de su frustración, pues el cristal de una ventana cercana empezó a hacer un extraño crujido.
Mentalmente agotada, Tinasha soltó un enorme suspiro mientras Óscar le acariciaba la nuca.
— Supongo que siempre me imaginé que era algo asi. — dijo, mientras seguía frotando sus dedos a lo largo de la nuca de la bruja.
De repente, Tinasha se levantó de golpe y comenzó a agitarse en sus brazos.
— ¡Eso hace cosquillas! Detente ya. — exigió.
— Ah, lo siento. Supongo que ha sido demasiado. — Óscar soltó a Tinasha y ella se levantó en silencio.
Nark también despegó, siguiéndola.
Acogió al pequeño dragón en sus brazos y cruzó las piernas en el aire.
— Reg era… por decirlo claramente… un rey estúpido. —
— … —
Regius Kurus Lar Farsas, el decimoctavo rey de Farsas, fue coronado a la tierna edad de quince años tras la repentina muerte de su padre.
Era un joven sencillo, justo y recto. Nunca se mostró especialmente desconfiado con los demás, ni fue de los que se rinden cuando las cosas se tornan difíciles, por lo cual fue considerado como un buen rey.
— Nos conocimos antes de la invasión de Druza. Había subido a la torre, así que le pregunté cuál era su deseo, y de repente me pidió que me casara con él… —
— Qué absurdo. — añadió Óscar.
— Otra persona que conozco hizo lo mismo… — reprendió Tinasha.
Fingiendo no escucharla, Óscar hizo una seña a Nark y el dragón voló hacia él mientras Tinasha daba vueltas en el aire y ponía los ojos en blanco hacia el príncipe desde arriba.
— ¡Bueno, podría haberlo entendido si hubiese tenido circunstancias especiales como tú! Pero no las tenía. Así que le di un sermón sobre cómo una bruja no podía convertirse en reina, pero… —
— Entonces exigiste su reino… — Óscar volvió a interrumpir.
— ¡No era necesario! — objetó Tinasha, preguntándose si tal vez la costumbre de Óscar de ofrecer comentarios sinceros le venía de su bisabuelo.
— Entonces, ¿qué ocurrió? — preguntó Óscar, esperando que la historia continuara.
— Lo rechacé, pero se aferró a mí durante dos días. —
— … —
— Me había hartado y estaba enfadada. Entonces me propuso otra cosa diciendo: “No deseo que te alejes de mi vista hasta que muera”. Ni siquiera entiendo por qué vino a la torre… —
— Eso… es realmente estúpido. — Óscar sintió de repente que le había preguntado a Tinasha algo que no debía.
A pesar de sentir que se acercaba un dolor de cabeza inducido por el estrés por la idiotez de su antepasado, presionó para conocer un poco más.
— ¿Aceptaste? —
— Con algunas condiciones. A cambio, dije que no haría nada por él y que no acudiría a su rescate. Si alguna vez solicitaba mi ayuda, eso se convertiría en una nueva cláusula del contrato, y no volvería a mostrarme ante él. —
— Y entonces apareció la bestia demoníaca. — conjeturó Óscar.
— Se mostró muy reacio a hacer la petición. Sin embargo, creo que tomó la decisión con relativa rapidez. —
— Estoy seguro de que el consejo real no quería que la parte de que todo dependía de su capricho personal pasara a los libros de historia… —
Tal vez eso hizo que el consejo tergiversara los hechos y difundiera la versión de cuento de hadas que había sobrevivido hasta hoy. Ciertamente, sin saberlo, habían creado muchos problemas a Tinasha.
Y en el aire, sus manos temblaron.
— ¡Desearía que las cosas hubieran acabado ahí! — Tinasha se retorció.
— ¿Hubo más…? —
— El contrato había terminado, pero como mi relación con él no había sido parte del acuerdo… —
— ¿Hmm? — Óscar ladeó la cabeza.
— De todas las cosas… U-una b-boda… La organizó de la nada… Incluso envió un vestido de novia a mi habitación… — dijo mientras temblaba.
— … —
Ante esta reacción, Óscar se masajeó las sienes, puesto que además del dolor de cabeza, empezaba a sentirse un poco mareado.
— Lo dejé plantado, por supuesto. Y no lo volví a ver. —
— Me siento como si acabara de ser testigo de un lado más oscuro de la historia que no debía conocer. — se quejó el príncipe.
No es de extrañar que Tinasha haya llamado a Regius un rey estúpido, y así Óscar comprendió por fin el motivo por el cual no había querido hablar de su contrato con su bisabuelo cuando la conoció.
— Aun así… no lo odiaba ni nada parecido. A pesar de que era un estúpido, le consideraba como de la familia. —
Tinasha bajó la mirada y un cúmulo de emociones parpadeó rápidamente en sus ojos, por lo que Óscar no pudo evitar preguntarse: Si no hubiera sido una bruja, ¿habría aceptado la propuesta del rey? Parecía una suposición ridícula, pues… ¿Qué clase de vida habría llevado si aquello fuera cierto?
— Sostenía una buena relación con la mujer que posteriormente se convirtió en reina… tu bisabuela. Era inteligente y rápida, por lo que probablemente controló un poco a Reg. En ese aspecto, tú te pareces un poco a ella. — Tinasha cortó ahí su remembranza, aterrizando suavemente frente a Óscar.
Tras ello, le acarició la mejilla y le miró con sus grandes ojos redondos.
La forma en que la miraba le dio a Óscar la sensación de que estaba viendo escenas de algo muy pasado.
༄ ༄ ༄
Con su verdadera identidad al descubierto, las reacciones fueron variadas cuando se anunció que Tinasha volvería al castillo.
Debido al cuento de hadas en el cual se le mencionaba, bastantes personas desaprobaron su posición al lado de Óscar, pero aquellos quienes habían interactuado con ella, lo aceptaron sin más.
Respecto a la situación, surgieron bastantes desacuerdos, pero nadie los compartió abiertamente. Motivo por el cual Tinasha se limitó a dedicar una pequeña sonrisa forzada a los que la desaprobaban.
De cualquier manera, Óscar volvió a presentar a Tinasha a su padre, el rey, así como a las pocas personas que conocían la maldición, pero en esta ocasión, no se reunieron en la sala de audiencias, sino en una sala contigua al castillo.
Los cinco invitados eran el rey Kevin, el ministro del Interior Nessan, el veterano general Ettard, el jefe de los magos Kumu y tamnién Lazar.
Tinasha había acompañado a Óscar, y los invitados escucharon su explicación con distintas expresiones.
El príncipe concluyó su resumen de todo lo sucedido con:
— Así que pienso hacerla mi esposa. —
— ¡No, no lo harás! ¡Qué terrible explicación sería si no hubiera dicho nada! — exclamó Tinasha.
Debido a su diferencia de altura, tuvo que cernirse ligeramente para sujetar a Óscar y sacudirlo.
El rey se puso en pie, intentando apaciguarla.
— Mi hijo ha dicho una imprudencia, te pido disculpas. Esto explica por qué me pareció haberte visto antes en alguna parte. Hace mucho tiempo, eché un vistazo al diario de mi abuelo, y entre las páginas había un retrato tuyo. —
— Majestad. Si el diario existe todavía, me gustaría pedirle que se deshaga de él… — murmuró Tinasha, con el rostro enrojecido mientras miraba al suelo.
El rey pasó a asuntos más urgentes.
— ¿Cómo avanza el problema de mi hijo? ¿Crees que serás capaz de resolverlo? —
Una pregunta perfectamente razonable, pero la bruja le dedicó al rey una sonrisa incomoda.
— Empecé a analizar la maldición para tratar de desactivarla. Por eso me pidieron que viniera a vivir al castillo. —
— No, te pedí que vinieras para tener un año para convencerte de que te casaras conmigo. — admitió Óscar con bastante brusquedad.
— ¡¿Perdón?! Es la primera vez que escucho eso. — espetó Tinasha.
— En base a cómo transcurre la situación, es la única razón que tiene sentido. — dijo Óscar.
— ¡Lo que no tiene sentido es que esa opción esté abierta para ti en primer lugar! —
La bruja enfureció, enrojeciendo de ira, y el príncipe se echó a reír.
Óscar no parecía tener intención de replicar, y lo único que pudo hacer Tinasha fue cerrar la mano en un puño furioso antes de volverse hacia el rey.
— … Estoy evaluando la maldición, pero la Bruja del Silencio sabe mucho de estas cosas, incluso más que yo. Parece que el análisis tardará varios meses en completarse, e incluso una vez que esté terminado, es posible que no podamos esperar romper completamente la maldición, pero de una forma u otra, me encargaré de ello, así que, por favor, quédese tranquilo. —
— Si no funciona, puedes asumir la responsabilidad y entonces casarte conmigo. — bromeó Óscar.
— ¡No insinúes que no va a funcionar! — Tinasha empezó a sacudirle de nuevo.
Ettard observó esto y murmuró a Lazar quien se encontraba a su lado:
— Parece que están muy unidos… —
— Lo están. — respondió Lazar.
༄ ༄ ༄
— Uf… ¿Qué clase de reunión fue ésa? — Tinasha suspiró.
La reunión, mentalmente agotadora, la había dejado sin fuerzas, y ahora estaba desplomada sobre una mesa en el salón del castillo.
En respuesta, Óscar dijo descaradamente:
— Nada de lo que dije era mentira. ¿Qué es lo que te molesta? —
— ¡Hay cosas que no deberías contar, aunque sean ciertas! Especialmente porque no me voy a casar contigo. — gritó Tinasha.
— Lo dices ahora, pero si no puedes romper la maldición, no tienes otra alternativa, ¿verdad? —
— … Ya se me ocurrirá algo. Te presentaré a otra bruja o algo así. —
— Vaya. Esa es ciertamente una solución… —
En otras palabras, le presentaría una candidata a reina diferente a Óscar.
Excluyendo a la Bruja del Silencio que lo maldijo en primer lugar, todavía quedaban otras tres brujas.
Tinasha se frotó las sienes, con la cabeza entre las manos.
— Una es demasiado peligrosa, así que no es posible, y resulta imposible comunicarse con la otra, pero la última podría ser útil. Tiene muchos problemas de personalidad, pero es muy hermosa, y creo que le gustarás. —
— ¿De verdad crees que voy a cambiar de opinión después de que la hayas descrito así? —
No es que Óscar no estuviera interesado en las otras brujas, solo lo estaba como personajes históricos famosos. En términos de matrimonio, no había nadie más atractivo para él que la bruja sentada a su lado.
En consecuencia, concluyó con firmeza:
— No necesito que me presentes. Prefiero disfrutar de mi tiempo molestándote, así que estoy bien. —
— ¡No me molestes, idiota! ¡Ten más en cuenta la posición en la que te encuentras! — gritó Tinasha mientras se levantaba y se acercaba a preparar el té.
Mientras lo hacía, Lazar, Kav y Sylvia se detuvieron, y de pronto comenzaron a charlar.
— ¿Un fantasma en el castillo? ¿En serio? — Óscar se mostró bastante incrédulo ante la historia que había sacado a relucir Lazar.
— Por el momento, es sólo un rumor. Varias personas han visto a una mujer que parece estar calada hasta los huesos caminando por los pasillos durante la noche. Cuando sucede, el suelo queda empapado. — dijo Lazar.
— Eso parece difícil de limpiar. — comentó Tinasha con indiferencia, pero Sylvia parecía pálida de miedo.
Evidentemente, la encantadora maga no era buena cuando se trataba de historias de fantasmas, y frente a ella, Kav miraba fijamente su taza de té antes de levantar la vista.
— Yo también me enteré por otro mago. Al parecer, el fantasma lo miró a la cara sin decir nada. Se aterrorizó y cerró los ojos, pero no pasó nada. Cuando los abrió, no había nadie, sólo un pasillo mojado. —
— ¡Ahhh! — gritó Sylvia, tapándose los oídos y apoyando la cabeza en la mesa.
La bruja le dio unas palmaditas en el hombro con una sonrisa de seguridad.
— Los fantasmas no existen. Las almas tienen un tipo de energía, pero después de la muerte, se dispersa de forma natural. Por lo tanto, es imposible, incluso para las brujas, mantener una forma y una conciencia después de la muerte. —
— ¿D-De verdad?"
— De verdad. Si realmente hay algo caminando por los pasillos, puedes estar segura de que no es humano. —
— ¡Ahhh! — gritó Sylvia.
La bruja frunció el ceño, sacando la lengua con disgusto, mientras que Óscar objetó:
— ¿No es humano? Entonces, ¿dices que algo se ha colado en el castillo? —
— Es muy probable. Podría ser un espíritu demoníaco o algún otro tipo de demonio. Sin embargo, al no verlo, no puedo asegurarlo… —
— ¿Cuál es la diferencia entre un espíritu demoníaco y un demonio? — Lazar, que no era un mago, intervino con una simple pregunta.
Con una sonrisa, Tinasha le respondió:
— No hay una línea divisoria clara entre ellos, pero los espíritus demoníacos son generalmente plantas y animales que se transformaron tras el contacto con una magia fuerte o un miasma, o la adquisición de sangre demoníaca. Estas entidades suelen causar problemas a los humanos. Por ejemplo, la bestia demoníaca de la Vieja Druza es un raro ejemplo de algo que surgió de una joya, pero a grandes rasgos, eso también era un espíritu demoníaco. —
De repente, Tinasha agitó los dedos en el aire, y un lobo plateado apareció en el lugar, y tras lanzar un amplio bostezo, el mismo volvió a desaparecer de la vista.
Tinasha continuó su explicación.
— Por otro lado, los demonios son un tipo de seres que siempre han sido como son. Los avistamientos de demonios son bastante comunes, y a menudo agrupamos los distintos tipos, como los espíritus del agua, las hadas y los súcubos. Los verdaderos demonios de alto rango, sin embargo, rara vez son vistos y son completamente diferentes de las filas de demonios que coexisten con los humanos. —
Kav añadió:
— En la Edad Oscura, los demonios de alto rango eran evidentemente adorados como dioses. El más conocido es probablemente el dios del agua del lago Nevis. Hablando de demonios poderosos que interactuaban con los humanos, me si eso eran los espíritus místicos de Tuldarr. —
— ¿El antiguo Imperio Mágico de Tuldarr? ... ¿El que fue destruido en una sola noche? — preguntó Óscar, recordando sus lecciones de historia, mientras Lazar permanecía sentado, inexpresivo por la sorpresa.
Kav asintió con conocimiento de causa.
— Según la leyenda, doce demonios de alto rango fueron sellados en Tuldarr. En aquella época, se les llamaba espíritus místicos. Cuando el heredero real sucedía en el trono y se convertía en rey, seleccionaba de uno a tres de ellos para que fueran sus familiares. Dicho esto, se trata de una historia antigua, probablemente falsa. Es prácticamente imposible que varios demonios de alto rango puedan ser utilizados de esa manera. —
Tinasha mostró una cara irónica al escuchar la lección de historia mágica.
— Para ese tipo de seres, cuanto más alto es su rango, menos se interesan por los asuntos humanos. Hay demasiada diferencia de poder entre ellos. Piénsalo de esta manera: ¿pasarías mucho tiempo con un insecto? — preguntó la bruja con desparpajo, y los demás intercambiaron miradas.
A Óscar, de repente le ganó la curiosidad.
— ¿Cuál es la diferencia de poder entre tú y esos demonios de alto rango? —
— Podría derrotarlos fácilmente. Aunque tendría algunos problemas contra los más fuertes. —
— Oye. — reprendió Óscar.
El comentario de Tinasha fue básicamente un golpe de efecto contra los presentes y los ojos de la bruja se entrecerraron alegremente mientras sonreía.
— De todos modos, es por eso que no creo que lo que se ha visto en el castillo sea un demonio de alto rango. Estoy segura de que me habría dado cuenta si se hubiera colado algo así. —
— Me pregunto qué podría ser… En cualquier caso, lo investigaremos más tarde. — dijo Óscar. Miró el reloj y se levantó. — Hora de trabajar. Tinasha, ¿qué planes tienes? —
— Iré a comprar ropa. La vieja ya no me queda bien, además, Sylvia dijo que me llevaría por ahí. —
— Oh, sí… ¡Sí! — Sylvia gritó muy fuerte. Parecía estar tratando de sacudirse el miedo que le quedaba.
— Ese par destaca cuando están juntas. — le susurró Kav a Lazar, tomando nota de lo hermoso que era el panorama que pintaban ambas mujeres juntas.
Tal vez Óscar lo escuchó, o tal vez no, pero se dio la vuelta para mirarlas y notó que Sylvia aún parecía blanca como una sábana, por lo que le dijo:
— Elige algo en blanco o negro. —
— Muy bien… ¿Por qué? —
— Porque así me gustará. —
— ¡¿A quién le importa?! — espetó la bruja, invocando una pequeña esfera de luz en su mano derecha y lanzándosela a Óscar mientras salía de la habitación.
Antes de que la esfera de luz pudiera golpear su espalda, la barrera protectora que Tinasha había colocado sobre el príncipe la repelió y dispersó.
Sin volverse, Óscar se rió y salió por la puerta. Tinasha frunció el ceño tras él y se pasó una mano por su largo cabello negro mientras le hacía una señal a Sylvia.
— Por favor, vamos. No tienes que tomarte en serio lo que ha dicho. Yo elegiré mi propia ropa. —
— Ah, de acuerdo… —
Tinasha se puso en marcha por el pasillo, levantando ambas manos y estirándose.
Cuando estaba en su forma más joven, su cuerpo físico parecía tener unos dieciséis años, pero ahora estaba más cerca de los diecinueve. No había crecido demasiado, pero ahora eran más notorías sus femeninas curvas.
Vestida con una túnica de mago, Tinasha miró el cielo soleado por la ventana.
— Farsas es extrañamente calurosa, así que esta será una buena oportunidad para conseguir algo más fresco para vestir. —
— Uno se acostumbra a la temperatura viviendo aquí, claro, después de cierto tiempo… — murmuró Sylvia en respuesta, aún sonando desanimada.
Se dio cuenta de que Tinasha la miraba con los ojos abiertos, y agitó una mano frente a su propia cara.
— Um, realmente no soy muy buena con las historias de fantasmas… Lo siento. —
— No te preocupes. Todo el mundo tiene algo que no puede manejar. — dijo la bruja, haciendo un gesto indiferente con la mano.
— ¿Y usted, señorita Tinasha? — Preguntó Sylvia
— No me llames así… — respondió.
Al otro lado de la ventana, los soldados estaban en el campo de entrenamiento y Tinasha hizo una mueca al verlos intercambiar golpes de espada.
— Hace mucho tiempo, sí, pero supongo que cuanto más tiempo he vivido, me he ido desgastando… En estos momentos, diría que lo único que momento, diría que lo único que no me gusta es que me acuesten. —
— ¿A qué se refiere? ¿Quiere decir, como cuando un padre acuesta a su hijo? — preguntó Sylvia, ladeando la cabeza en señal de confusión.
Pero la bruja se limitó a sonreír y no dio más detalles.
En cambio, una mirada amarga apareció en su rostro al recordar otra cosa.
— Y no se me da bien tratar con Óscar. No tengo ni idea de lo que piensa. Pareciera que me confunde con un gato o algo que ha recogido de la calle… —
Lo mirara como lo mirara Tinasha, así era exactamente como Óscar la trataba. Era casi como si viera a una bruja como otro tipo de gato. Pero de alguna manera, esperaba que su percepción cambiara ligeramente después de que ella derrotara a la bestia demoníaca, pero eso no había modificado en nada su relación, lo cual le pareció demasiado decepcionante.
Tinasha hizo poco por ocultar sus emociones de desconcierto, y Sylvia parecía perpleja.
— Me parece que se llevan perfectamente. —
— ¿Q-Qué…? ¿Pe-Perfectamente...? — La bruja tartamudeó, quedándose en silencio con una expresión muy insatisfecha, y Sylvia estalló en una risa brillante.
Parecía que había conseguido olvidar su miedo a los rumores de fantasmas.
༄ ༄ ༄
— ¿Hay un fantasma? —
Durante dos o tres días, la extraña aparición había sido el tema de conversación del castillo. Los rumores abundaban en la guarnición e hicieron que Suzuto, un joven soldado, se detuviera mientras pulía su espada.
— ¿Un fantasma? Es la primera vez que escucho algo así. —
— Empezó a ocurrir hace poco, después de que volvieras de visitar a tu familia. —
— ¿Oh? Entonces eso es reciente. — dijo Suzuto, asintiendo con la cabeza.
Hasta hace sólo tres días, había estado visitando a sus padres en el este de Farsas. Aquel sitio era un hermoso pedazo de tierra rodeado de bosques y lagos, pero después de unirse al ejército real, no había vuelto a visitarlos en tres años, por lo que, aprovechó su permiso para ir a visitar a sus padres, así como pasar por un viejo castillo cerca de un lago mientras estaba en la zona.
Sin preámbulos, volvió a limpiar su arma, pero un hombre se burló y dijo:
— Así es. Por cierto, ¿ya has visto a la bruja? Hombre, qué belleza. Bueno, ya era una preciosidad desde antes. —
— Desde que volví, no la he visto. —
Por “la bruja”, Suzuto supuso que el otro hombre se refería a la joven maga que a veces acudía para practicar con la espada.
El príncipe heredero había dicho que había traído a una aprendiz de mago de la torre de la bruja, pero en realidad, la bruja era ella misma.
Era una encarnación del tipo de poder que sólo poseían cinco seres en todo el continente: el material de los cuentos de hadas.
Esto a Suzuto le resultaba extraño de pensar, que alguien así existiera realmente y viviera en el mismo castillo que él, pero eso era todo. No tenía intención de hacer nada por su curiosidad.
En contraste con la actitud despreocupada del joven, sus compañeros se alborotaron y se entusiasmaron.
— Tienes que verla. Es la definición misma de una belleza seductora que podría llevar a la ruina a un país. —
— Y Su Alteza también está loco por ella, así que Farsas estará pronto bajo el control de la bruja. —
Los soldados charlaron y rieron, pero Suzuto finalmente levantó la vista de su trabajo, para luego mirarlos con frialdad.
— Ustedes son horribles. Ya hablaron con ella cuando llegó, ¿no? ¿Acaso no fue bastante agradable? —
— Bueno, lo fue, pero… —
De repente, el chisme imprudente y ocioso se desvaneció; como si el viento se hubiese disipado de sus velas.
༄ ༄ ༄
Pese a la seguridad que ofrecía el castillo, sus pasillos eran tenues y espeluznantes por la noche.
La luz de los candelabros distribuidos uniformemente a lo largo de las paredes parpadeaba débilmente, proyectando largas sombras sobre las figuras de dos personas que avanzaban por un pasillo.
Lazar miró a su señor, que iba un paso por delante.
— ¿Qué hará si se encuentra con el fantasma por haber estado despierto hasta tan tarde trabajando…? —
— Tinasha dijo que los fantasmas no existen, ¿no? En todo caso, será un espíritu demoníaco. —
— Eso es aún peor… — Lazar tragó saliva.
Óscar se llevó una mano a la empuñadura de su cintura. Llevaba una simple espada para defenderse, ya que, por lo general, no llevaba a Akashia dentro del castillo, pero con todos los rumores que corrían por ahí, quizá era hora de que lo hiciera.
Estaba deliberando sobre la idea cuando Lazar volvió a intervenir con más críticas.
— Siempre tratas de manejar todo por si mismo, por lo que la señorita Tinasha… — se detuvo de repente, y Óscar escuchó a su amigo caer al suelo.
— No te caigas sin motivo. — se burló Óscar.
— En realidad, me resbalé con algo… — Lazar se llevó una vela a la mano que había tocado el suelo.
Su palma estaba claramente mojada.
Los ojos de Óscar se abrieron de par en par y su acompañante abrió la boca para gritar, pero antes de que pudiera hacerlo, un brazo frío de mujer se extendió por detrás de él y lo apretó contra ella.
༄ ༄ ༄
— ¡Tinasha! ¡Despierta! —
La bruja se encontraba en la cama de su habitación cuando un hombre irrumpió y la sujetó del brazo.
Las habitaciones que el actual rey le había concedido eran las mismas que había utilizado la última vez que se había quedado en Farsas décadas atras.
Por orden de Regius, se habían mantenido amuebladas exactamente igual que durante más de setenta años. Otros sólo habían entrado en ellas para su limpieza periódica. Por esta razón, Tinasha había sentido una compleja serie de emociones agitándose en su interior cuando vio los aposentos nuevamente.
Retirada de su apacible cama, se frotó los ojos somnolientos.
— Mmm, Óscar… ¿Qué pasa? —
Abrió sus oscuros ojos para descubrir que era llevada como una niña en brazos de Óscar. La luz de la luna que entraba por la ventana daba a su rostro un brillo palideciente.
— ¿Lazar está… muerto? — preguntó Óscar.
— ¿Qué es lo que estás diciendo? — Tinasha frunció el ceño.
Pero pronto lo entendió.
Cuando Tinasha se apresuró a llegar tras escuchar lo sucedido, una pequeña multitud se había reunido en la escena. Lazar estaba tumbado en una esquina del pasillo, y aunque no tenía heridas exteriores, parecía inconsciente, y su cuerpo estaba frío como el hielo.
En cuanto Tinasha lo vio, murmuró:
— Le han robado el alma. —
— ¿El alma…? ¿Se puede salvar? — preguntó Óscar, y la bruja se mordió el labio.
Invocando la magia en sus manos, las colocó sobre el cuerpo de Lazar.
— Mantendré su cuerpo, pero… después de tres días, su alma se dispersará. Tenemos que recuperarla rápidamente. — Tinasha pidió a los soldados de los alrededores que lo llevaran a otra habitación.
— Puedo hacer una búsqueda rápida, pero estoy segura de que su alma ya no está en el castillo… Por decirlo de forma sencilla, algo debe habérsela llevado. ¿Viste al fantasma? —
— Lo vi. Era una mujer con cabello verde y piel blanca azulada. Eludió mi espada. Era como intentar cortar el agua. — recordó Óscar.
— Un espíritu del agua, entonces… — Tinasha miró hacia atrás para ver un charco en el pasillo y frunció el ceño. — Ve a preguntar a todos en el castillo si han estado cerca de alguna masa de agua últimamente. Los espíritus del agua no suelen salir de sus moradas. Debe haber una razón para que haya venido hasta aquí. —
— Entendido. —
La bruja corrió tras Lazar mientras se lo llevaban. Óscar fue en dirección contraria para reunir a la gente.
Aunque no había muchos soldados en la guarnición a una hora tan tardía, cada uno de los presentes fue despertado e interrogado.
Naturalmente, Suzuto también fue convocado, y después de mencionarle algo a Als, fue enviado a otro lugar del castillo, separado de sus compañeros.
Suzuto no solía entrar en el castillo propiamente dicho, y cuando entraron en la habitación a la que Als le había conducido, lo primero que le llamó la atención fue la cama colocada junto a la ventana frontal. Alguien parecía estar durmiendo en ella, y una mujer de cabello negro de aspecto familiar estaba de pie a su lado, de espaldas a él.
— … Bien, ya estás aquí. — llegó la voz de un hombre a su derecha.
Suzuto conocía muy bien esa voz, así que hizo una respetuosa reverencia en esa dirección.
— Vamos, adelante. — le instó Óscar, sentado en una silla.
— S-sí, Su Alteza. Hace unos días, cuando fui a visitar a mis padres, me detuve en un lago cercano. Mientras paseaba explorando, me encontré con una fuente de agua seca en los alrededores. Había una piedra que bloqueaba el paso del agua, así que… —
— La retiraste. — terminó Óscar.
— Sí… —
— ¿Pasó algo extraño entonces? —
— No, nada en absoluto. Tan solo salió un poco de agua y me manchó las manos; eso es todo. —
Óscar se cruzó de brazos y miró hacia la ventana.
— Tinasha, ¿qué piensas? —
— Creo que eso es lo que lo ha provocado. — respondió Tinasha, dándose la vuelta.
Suzuto la vio y se quedó sin palabras.
Su sedoso cabello negro, su piel blanca como la porcelana y sus ojos del color de la oscuridad llenaban la oscura habitación con un extraño matiz.
Su belleza etérea era tal que parecía la mismísima personificación de una noche de luna azul brillante. Fue entonces cuando comprendió por qué sus compañeros habían hecho tanto alboroto por ella.
— Esa fuente estaba originalmente conectada al fondo del lago, donde habitaba un espíritu del agua. La piedra la sellaba. — explicó la bruja.
— ¿Así que cuando se rompió el sello, se abrió al fondo del lago? — preguntó Óscar.
— Probablemente llegó aquí a través del agua que cayó sobre él, aunque no comprendo por qué se llevó a Lazar. —
Sobresaltado por un momento al escuchar su nombre, Suzuto recordó que se trataba de la misma chica que había asistido a las prácticas de combate con él. Sintió una sacudida de miedo ante la repentina mención del nombre de Lazar.
— Um… ¿He hecho algo malo…? — preguntó nervioso.
— Te lo explicaré más tarde. Por ahora, tenemos que salir. Tú nos guiarás hasta ese lago. — ordenó Óscar.
— ¡Si! — dijo Suzuto, haciendo una reverencia, y salió de la habitación con Als.
Óscar se puso de pie y se acercó a la cama para contemplar el rostro de Lazar. Su amigo de la infancia seguía en su extraño y mortal sueño.
— Resiste, amigo. Ya lo resolveré. — murmuró Óscar.
Su voz era tan tranquila que Tinasha lo miró con preocupación.
— ¿Vas a ir? —
— ¿Quién más lo haría? — preguntó Óscar.
La bruja miró a Akashia, ceñida a la cadera del príncipe, y dio un pequeño suspiro.
— Tu barrera protectora no puede defenderte de los hechizos mentales que utilizan los espíritus demoníacos y las hadas, así que ten cuidado. Confía en tus sentidos, no caigas presa de alguna ilusión. Además… — dijo, interrumpiendo.
— ¿Qué? — insistió Oskar.
Tinasha dudó durante mucho tiempo, pero finalmente dijo:
— Si tu vida está en peligro, soy tu protectora y acudiré en tu ayuda. En tal caso, no podré mantener a Lazar con vida… ¿Lo entiendes? —
Óscar no mostró la menor falta de compostura. La miró y le dio una palmadita en la cabeza.
— Lo entiendo, así que no te desanimes tanto. —
Tinasha tenía un aspecto terriblemente desolado, prácticamente al borde de las lágrimas. Sin embargo, no dijo nada y esbozó una pequeña sonrisa.
— Esto será pan comido. — declaró Óscar, apartando su mirada del rostro pálido de Lazar y saliendo de la habitación.
Bajo la luz de la luna, Óscar, Als, Doan y Suzuto salieron del castillo a caballo.
Suzuto iba a la vanguardia, galopando hacia el este. El lago en cuestión estaba normalmente a tres horas de camino, dos si se daban prisa.
Cuando salieron del castillo, algo que parecía un enorme pájaro descendió en picado desde la oscuridad. Óscar sacó su espada antes de darse cuenta rápidamente de que era Nark. El dragón lanzó un grito antes de posarse sobre el hombro de Su Majestad.
— ¿Qué es eso? — tartamudeó Suzuto, señalando con miedo al primer dragón que había visto.
Óscar acarició el cuello de Nark.
— Es algo que ha enviado cierta mujer preocupada. —
Tinasha nunca había aprobado que Óscar se escapara del castillo.
Seguramente, no quería que saliera solo a enfrentarse a un oponente contra el que su barrera podría ser ineficaz. Cuidando de que Nark no se cayera, instó a su caballo a avanzar más rápido.
Los cuatro hicieron correr a los caballos sin detenerse, y cuando llegaron a la orilla del lago, ya estaba amaneciendo.
Al detenerse allí, Doan se maravilló con el magnífico paisaje.
— Esto es… increíble. —
Los bosques bordeaban la mitad occidental del enorme lago.
La mitad oriental daba a un acantilado, en cuya cima se alzaba un viejo castillo, mientras que los jardines de la estructura en ruinas se extendían hasta la base del acantilado, sumergiendo a medias la fuente, donde unos pilares blancos surgían del agua, dando al lugar un aire casi espiritual.
Ante tan maravillosa visión, Óscar remarcó despreocupadamente:
— A Tinasha le encantaría este lugar. —
— Ya que estamos aquí, ¿registro las coordenadas de transporte, Su Alteza? — preguntó Doan.
— Eso sería muy útil, gracias. — respondió Óscar.
Doan comenzó el encantamiento para registrar las coordenadas, mientras Suzuto miraba intensamente el lago.
— Anteriormente, cuando llegué aquí, los jardines no se habían hundido en el lago de esta manera… —
— … —
Los otros tres guardaron silencio, y el joven se dio cuenta del grave error que había cometido.
En ese momento, no había pensado mucho en lo que había hecho.
La piedra atascada en la fuente le había molestado por alguna razón. Lo único que quería era quitarla y hacer que la fuente volviera a ser agradable.
Óscar pareció captar los sentimientos de su súbdito y desmontó de su caballo para tranquilizarlo.
— Vamos, no te preocupes, ya lo solucionaremos... ¿Empezamos por sumergirnos en el lago? —
— No, siento una fuerte magia proveniente del bosque cercano. Empecemos por ahí. — dijo Doan.
Nark descendió del hombro de Óscar y voló hacia el bosque, como si confirmara que la corazonada del mago era correcta, por lo cual, le siguieron los humanos a pie.
El bosque era denso y oscuro; el sol de la mañana apenas podía penetrar en la tenebrosa atmósfera bajo su frondoso dosel. El pequeño dragón no siguió ningún camino mientras revoloteaba de un lado a otro del bosque.
Para proporcionar un camino de regreso rastreable, Als dirigió al grupo y despejó un sendero con su espada a medida que iban avanzando.
— Su Alteza, por favor, tenga cuidado al caminar. —
— Esta magia es muy fuerte… Casi como una niebla. — comentó Doan, aunque el comentario se perdió en los otros tres miembros del grupo, ya que no eran magos.
Advirtiéndose unos a otros para no separarse, el grupo se adentró en el bosque.
Observando los árboles que crecían densamente sobre su cabeza, Óscar preguntó a Suzuto:
— Ese castillo perteneció a un antiguo señor, ¿no es así? ¿Está abandonado ahora? —
— La gente que vive en la zona no se acerca a él. Cuando era niño, se contaban todo tipo de historias terribles sobre el lugar. — explicó.
— ¿Cómo cuáles? — preguntó Óscar.
— Hay una historia sobre una niña que vive en el lago. El señor tenía un hijo, y cuando conoció a una chica preciosa, le pidió que se casara con él. Pero ella dijo que no, porque no era humana. Sin embargo, el hijo no se rindió y se casaron. Pero al poco tiempo, chico se enamoró de otra mujer y la chica volvió al pueblo, llegando hasta el lago llorando. —
— Qué repugnante. — comentó Óscar.
— Pienso lo mismo… — admitió Suzuto.
— Pero, hmm… una chica que vive en el lago… — El príncipe meditó la idea.
Tinasha había postulado que el culpable era un espíritu del agua, y ahora que había escuchado esta historia, tenía más razones para desconfiar.
Por alguna razón desconocida, una mujer inhumana había puesto sus ojos en Lazar, por lo que ahora, tenían solo tres días para recuperar su alma, pero aún no habían perdido ni un día. Tal y como estaban las cosas, Óscar confiaba en que no perderían a Lazar.
Ambos eran amigos de la infancia y se habían criado juntos en el castillo. Se conocían como si fueran hermanos. Óscar recordaba la forma en que Lazar siempre sonreía tan inocentemente mientras lo seguía.
— Esta vez sí que se ha llevado la peor parte… ¿Por qué siempre me acompaña…? — murmuró Óscar para sí mismo, mientras el remordimiento atormentaba los sentimientos de su corazón.
Lazar, que le tenía pavor a los fantasmas, había sido raptado por uno ante los ojos del príncipe, y él no había podido hacer nada al respecto.
Rememorando esto, se limitó a apretar los dientes, sintiéndose enfadado consigo mismo.
Mientras se perdía en sus pensamientos, de repente se estrelló contra Nark, que se había dado la vuelta.
— Oye, ten cuidado. — dijo por reflejo.
Apartando al travieso dragón de su cara, volvió a mirar a su alrededor y se dio cuenta de que, en algún momento, él y Nark se habían separado de todos los demás.
— Oh-oh… —
Algo debió de ocurrir, y los dos se habían separado mientras Óscar no prestaba atención. Als había estado despejando la maleza mientras se abrían paso, pero cuando Su Alteza se volvió a mirar hacia atrás, sólo vio follaje cubierto.
— Esto no es bueno… Als estará bien, pero no estoy tan seguro de los otros dos. —
Doan y Suzuto eran capaces, pero cualquier cosa parecía posible en un lugar como éste.
Mientras se preguntaba qué había sido de sus compañeros, desenfundó su espada para despejar el camino. Por el momento, seguiría en la dirección que le indicaba Nark.
De alguna manera, se sentía agradecido de tener a su pequeño dragón como guía.
De repente, Óscar oyó un chapoteo a sus pies, y al mirar hacia abajo, notó que una pequeña cantidad de agua se acumulaba entre las raíces extendidas de los árboles.
Parecía que el suelo que tenía por delante estaba siendo tragado lentamente por el lago, por lo que coemnzó a caminar con más cuidado a medida que avanzaba.
Presintiendo algo, Óscar se agachó.
Tal y como le habían indicado sus instintos, un objeto desconocido pasó zumbando por encima de su cabeza desde atrás. Se detuvo en una rama más adelante y emitió un chillido agudo.
Al examinarlo, descubrió que era una especie de duendecillo de alas verdes, parecido a un murciélago. También pudo escuchar un conjunto de voces parlanchinas que venían de atrás.
— Así que han decidido mostrarse. — susurró para sí mismo.
En todo momento, mantuvo su espada, Akashia preparada, comprobando de nuevo su equilibrio con respecto a las raíces de los árboles y el suelo inundado.
Apenas se preparó, los duendes volaron hacia él.
Primero, Óscar se limitó a levantar la mano izquierda, pero justo antes de que los duendecillos se estrellaran contra ella, se vieron repelidos por la barrera protectora del príncipe. Ante esto, los mismos se tambalearon en el aire, y el príncipe los redujo rápidamente, junto con el que había atacado antes.
Luego, dio un paso atrás, esquivando otra embestida en su flanco. Al no alcanzar su objetivo, el duendecillo salió volando hacia los árboles. Mientras tanto, otro atacó.
Las oleadas de ataques no tenían fin, y Óscar estaba constantemente a la defensiva.
Esquivando duendecillos y ramas, el príncipe se abrió paso por el bosque mientras cortaba todo lo que se interponía en su camino. Cuanto más avanzaba, más subía el agua, hasta que sólo rodeaba las raíces más altas.
Para cuando sus botas estaban casi sumergidas, ya casi no quedaban duendecillos que le persiguieran. Cuando finalmente se detuvo para recuperar el aliento, Nark se lanzó desde su hombro para volar perezosamente hacia adelante.
“… Destruye la barrera”.
Esa había sido la misión original del dragón, y obedeciendo la orden de su dueña, Nark lanzó fuego al aire.
El bosque estalló en llamas, mientras el calor se arremolinaba, haciendo que la superficie del agua se estremeciera. Óscar endureció la cara contra el tinte rojo que le abrasaba los ojos.
De pronto, las llamas se extinguieron, y una vez que lo hicieron, se sorprendió al ver que había aparecido una ruptura antinatural en los árboles.
Las ramas de los árboles de ambos lados estaban entrelazadas, formando lo que parecía una pequeña puerta. No se parecía a nada que él hubiese visto antes, y dejó escapar palabras de asombro.
— ¡Vaya! ¿De dónde ha salido eso? —
Debía tratarse de la magia mental con la que Tinasha le había insistido en que tuviera cuidado.
Impresionado, Óscar cruzó la puerta hecha con árboles y se encontró dentro de un pequeño claro, donde una capa de agua clara, hasta los tobillos, cubría el suelo plano, y los árboles lo rodeaban por todos lados.
Encima de un trozo de madera a la deriva en el centro estaba sentada una hermosa mujer de cabello verde junto con su amigo de la infancia.
— ¡Lazar! —
Cuando le llamaron por su nombre, Lazar se giró lentamente.
Parecía perfectamente real, pero Óscar sabía que el verdadero cuerpo del hombre seguía esperando en el castillo. Aun así, el príncipe no pudo evitar acercarse a su amigo.
— He venido para llevarte de vuelta. ¡Vamos! —
— Su Alteza… — murmuró Lazar, y la preocupación apareció en el rostro de la mujer a su lado.
Sus brazos de color azul pálido lo rodearon, y Lazar observó la expresión triste de la mujer. Hubo calma en sus ojos.
Volvió a mirar a Óscar, luego bajó los ojos y negó con la cabeza.
— Lamento profundamente que haya tenido que venir hasta aquí para buscarme… Pero no voy a volver… Lo siento. —
La respuesta de su amigo no era en absoluto lo que Óscar esperaba. Por un momento, dudó de su oído y frunciendo el ceño, replicó:
— ¿Qué demonios? Espera a que tu alma y tu cuerpo se reúnan antes de hacer bromas. —
Estaba seguro de que tenía que ser una broma, pues seguramente Lazar no entendía su situación.
Sujetando a Akashia, dio un paso adelante.
Asustada, la mujer se aferró a Lazar, y éste le sujetó la mano para tranquilizarla antes de bajar del trozo de madera a la deriva. Luego, se adelantó, manteniendo a la mujer cubierta detrás de él.
— Por favor, espere, Su Alteza. Fue traicionada por su prometido. Le prometió casarse con ella, pero terminó con otra mujer… —
En respuesta, Óscar hizo una mueca.
Si la fábula era cierta, entonces se solidarizaba con lo que ella había vivido.
Sin embargo, a pesar del dolor que había sufrido el espíritu, no era razón para secuestrar a Lazar, incluso si ella era realmente la víctima. El amigo del príncipe estaba siendo demasiado comprensivo.
— Entonces debería secuestrar a ese tipo. — espetó Óscar.
— Sucedió hace cientos de años. ¿Ha visto el estado en que se encuentra ese viejo castillo, verdad? Hace tiempo que está abandonado. Pero para ella… — Lazar hizo una pausa, volviendo a mirar al espíritu.
Ella captó su mirada y le sonrió.
En su sonrisa había toda la compasión de una niña perdida que por fin ha sido encontrada. Desmentía su carácter y su alma, desgastada por los cientos de años que había pasado buscando al hombre que amaba, anhelaba, odiaba y esperaba.
Lazar observó su sonrisa con cariño en los ojos, lo cual Óscar podía percibir como una bondad inquebrantable por parte de su amigo, pero sólo se sentía ansioso.
— … Morirás si te quedas aquí. — dijo el príncipe.
Hacía tiempo que sabía que la bondad de Lazar haría que lo mataran algún día, sin embargo, Óscar siempre había creído que, mientras estuviera al lado de Lazar, podría evitarlo.
Nunca habría imaginado que su gran amigo rechazaría su ayuda.
Lazar miró a su señor y le dedicó el mismo tipo de sonrisa culpable que había mostrado a menudo en el pasado.
— No me importa. Ha estado completamente solo durante cientos de años, queriendo morir, pero sin poder hacerlo… Deseando partir, pero tampoco queriendo… Quiero salvarla, y si no puedo hacerlo, al menos tengo que darle algo de consuelo. —
Estaba claro que Lazar estaba decidido a ayudar a este espíritu, incluso hasta el punto de sacrificar su propia vida. Tal era la fuerza de su carácter, que sin duda era la razón por la que la mujer se había sentido atraída por él.
Óscar empezó a asustarse.
— No te quieras hacer ver como el héroe. ¿Realmente eso es algo que deberías hacer...? —
Aunque las palabras fueron duras, Lázaro se limitó a sonreír. Se encontró con la mirada de Óscar y le preguntó:
— ¿No siente nada cuando la mira, Alteza? —
El príncipe no tenía ni idea de lo que quería decir con la pregunta y lo meditó un momento antes de entenderlo.
Sola durante cientos de años.
Humana, pero también inhumana.
Lazar insinuaba que aquel miserable espíritu del agua, poseído con un tremendo poder mágico y que existía completamente solo… era parecido a la bruja que habían conocido, con lo cual, Óscar dejó escapar un suspiro y cerró los ojos.
En su mente recordaba la pena que había visto en la bruja en lo alto de la torre y su sonrisa solitaria antes de partir hacia el lago mágico.
Tinasha exponía tales sentimientos muy raramente, por lo que él la veía como una chica normal que necesitaba su ayuda. Era consciente de que ella no era eso en absoluto, por supuesto, pero ella era muy diferente a los humanos normales.
Óscar abrió los ojos y sujetó con más fuerza a Akashia, mientras se acercaba a la mujer que lo miraba con una inocencia infantil en sus ojos. Miró a Lazar, que estaba a su lado. El hombre tenía un aspecto indeciblemente triste.
Óscar no olvidaría la mirada de Lazar por el resto de sus días… pero hay cosas que no se pueden discutir.
— Escucharé tus quejas en el castillo. — No hubo respuesta.
La mujer sonrió felizmente.
El final de un cuento de hadas siempre era despiadado y abrupto.
Óscar levantó su espada.
༄ ༄ ༄
Un conjunto de personas esperaba a las puertas del castillo cuando el grupo regresó.
Con su traje de bruja, Tinasha vio a Óscar y asintió.
— Buen trabajo ahí fuera. Su alma regresó enseguida. — dijo, sonriendo.
Nark voló hacia su hombro, y el pequeño dragón parecía bastante orgulloso de sí mismo, por lo que la bruja le acarició la cabeza.
Por otro lado, Als entregó las riendas de su caballo a un soldado y refunfuñó:
— Mientras tanto, yo daba vueltas al mismo lugar del bosque una y otra vez… Podría haber enloquecido. —
— Te atrapó rápidamente una ilusión. —
— Urgh… —
Doan y Suzuto, que habían sufrido la misma suerte, parecían igualmente desanimados, pero, Óscar agradeció sus esfuerzos.
— En cualquier caso, lo hemos salvado. Yo me encargaré del resto, así que vayan a dormir. Tinasha, ¿dónde está Lazar? —
— En el mismo lugar donde lo dejaste. Yo también me iré más tarde. — contestó ella.
— De acuerdo. —
Aparentemente, Tinasha aún tenía asuntos que atender, pues murmuró un encantamiento mientras salía por la puerta del castillo mientras Óscar la observaaba salir, para luego dirigirse a la habitación de Lazar.
Mientras caminaba, no dudó, ya que sabía que él mismo había elegido esto.
Mostrar arrepentimiento aquí sólo demostraría que no era apto para rescatar a otros.
Por lo tanto, sin el más mínimo cambio de expresión, entró a grandes zancadas en la habitación donde habían mantenido a Lazar.
Cuando Lazar le vio entrar, se sentó en la cama.
— Su Alteza… —
— Puedes acostarte. — dijo Óscar.
Probablemente como consecuencia de haberle quitado el alma, los movimientos de su fiel amigo seguían siendo espasmódicos. Aun así, se tambaleó de la cama para arrodillarse ante Óscar e inclinó la cabeza.
— Me disculpo profundamente… por mi conducta. —
— Yo… no tengo intención de disculparme… y tú tampoco deberías hacerlo. —
Aunque habían recorrido un camino tan similar, eran personas diferentes. Óscar lo sabía, y por eso podían ser amigos.
Lazar no levantó la cabeza. En cambio, dijo con lágrimas en los ojos:
— A partir de mañana… volveré a servirte con todo lo que soy. —
— Descansa hasta que hayas recuperado por completo tus fuerzas. —ordenó Óscar sin rodeos.
A pesar de la severidad de la orden, la voz del príncipe estaba teñida de su afecto por
él, un afecto que rara vez expresaba a pesar de su cercanía.
— Todavía no se ha recuperado del todo, así que no le molestes. — dijo Tinasha.
Cuando entró llevando un cuenco redondo, Lazar ya estaba dormido de nuevo.
Mirando el paño atado sobre el cuenco, Óscar preguntó:
— ¿Qué estabas haciendo? —
— Reforzando las protecciones alrededor del castillo. No pudimos capturar a ese mago sospechoso, así que me gustaría prevenir cualquier otra intrusión. Mientras yo esté aquí, nadie podrá entrar en el castillo por ningún sitio que no sea la entrada principal. —
— … Realmente estamos reforzando todo contigo cerca… — señaló Óscar.
¿Cuántos cambios sufriría el castillo durante la estancia de la bruja?
Óscar tenía algunos temores, pero a Tinasha no le parecía nada del otro mundo. Ella hacía que la acción pareciera tan trivial como añadir azúcar al té. Era algo común, que se acababa en un instante, y sólo quedaba el recuerdo. Al igual que la forma en que había dejado el castillo hace setenta años.
Su Alteza miró fijamente a su protectora.
— ¿Estás realmente segura de que no quieres casarte conmigo y vivir aquí permanentemente? —
— ¡Estoy segura! … ¿De dónde ha salido eso? — contestó Tinasha, percibiendo en sus palabras algo diferente a la habitual burla de su parte.
Él la miró sinceramente a los ojos oscuros.
— ¿No te sientes solitaria viviendo sola durante cientos de años? —
La pregunta buscaba indagar en lo más profundo de la bruja.
Tinasha se quedó atónita durante un segundo antes de poner una cara irónica.
— Bueno, me he sentido un poco sola, pero es inevitable. — Su mirada parecía preguntarse qué había motivado tal pregunta.
En esos ojos, Óscar vio un poco de pena y dureza.
A diferencia del espíritu del agua que había desaparecido en el bosque, esta bruja nunca había tenido a nadie a quien perder. Nadie a quien guardar en su corazón para siempre, incapaz de dejarlo ir, razón por la cual podía ir durante años y años sin más que belleza, calma y soledad.
Tinasha veía las vidas fugaces de los humanos como cosas lejanas.
Aunque se sintiera triste al despedirse de ellos y verlos morir, no era suficiente para hacerla enloquecer. Su inmenso poder, su soledad y su dureza eran lo que la convertían en bruja.
Sin duda, era consciente de su propia firmeza.
— Tinasha. — comenzó Óscar.
— Sí, ¿qué pasa? —
— Puedes acudir a mí para cualquier cosa, en cualquier momento. —
Si algún día ella se cansaba de que todo la dejara atrás mientras el tiempo se congelaba para ella, Óscar quería que supiera que podía acudir a él. La recibiría de la misma manera que siempre lo había hecho.
— Si decides que quieres algo que no cambie, yo puedo ser eso para ti. Quiero que lo recuerdes. —
— En serio, ¿de dónde viene esto? Tu constante terquedad está empezando a preocuparme. — respondió la bruja con una amplia sonrisa.
Su piel estaba tan pálida como siempre, y parecía que era incapaz de atarse a nada.
Óscar sintió un repentino impulso de alcanzarla y abrazarla.
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