Capítulo III - La transparencia de la noche.
- Lunae
- 6 ago 2021
- 22 Min. de lectura
Actualizado: 7 sept 2021
Una tarde soleada, una joven flotaba sobre las puntas de las torres del castillo de Farsas.
Técnicamente, no era tan joven. Se trataba de Tinasha, la Bruja de la Luna Azul, quien era la que representaba la Era de las Brujas, una era que había permanecido intacta durante tres siglos. Se rumoreaba que su título provenía del hecho de que, mucho antes de que ella viviera en la torre, sólo aparecía en las noches en las que la luna podía apreciarse claramente, aunque esto nunca fue confirmado.
Su cabello se había desacomodado por el viento, y mientras lo acariciaba, recibió un informe de su familiar. Desde antes de vivir en la torre, recibía estos informes, y ninguno de ellos había sido bueno, pues había obtenido demasiados a lo largo de los años que los detalles habían comenzado a ser confusos.
Entrecerrando los ojos, miró al horizonte y sintió que podía ver su torre azul, pequeña y distante en el horizonte.
— Hasta pronto. — dijo.
Acarició el cuello de su familiar con la apariencia de un gato gris, que ronroneó con alegría. Se preguntaba si todo lo que había hecho durante todo este tiempo había sido en vano.
Parecía casi seguro, ya que en el rostro de la bruja apareció una sonrisa de auto-desprecio. Aun así, liberó a su familiar para que volviera al mundo. El trabajo de la criatura era buscar a una persona en particular que probablemente ya estaba muerta.
Los magos de la corte dedicaban la mayor parte de sus horas de trabajo en asistir a conferencias y trabajar en sus investigaciones personales, pero además, también tenían que asumir y cumplir pequeños encargos que llegaban de todas partes.
Dichos encargos se publicaban por orden de dificultad en un muro del pasillo exterior de la sala de conferencias todas las mañanas. Normalmente, sólo los magos podían verlas, pero ahora mismo el príncipe heredero los examinaba con interés, hizo un gesto a su protectora, que estaba a su lado.
— Este parece divertido, Tinasha. Deberías aceptarlo. —
— ¿Por qué eres tú quien decide…? — Respondió con una mueca.
Se trataba de la bruja más poderosa del continente. Con su nivel de magia, ella podría completar cualquiera de estos pedidos fácilmente lo cual Óscar sabía, mientras tanto tomaba una y empezaba a leerla.
— Al parecer que tiene que ver con la instalación de redes de transporte en la ciudad. Dice que tardará alrededor de un mes, lo que significa que podrías ir a explorar. —
— Sería por trabajo, no por placer. — añadió Tinasha, arrebatándole el papel de la mano.
Leyó los detalles con gran concentración, pero a todas luces, parecía ser sólo una chica hermosa. Los magos que pasaban por el lugar la veían y la miraban fascinados, y para cuando Óscar se dio cuenta, sonrió para sí mismo.
Fue hace cinco años cuando decidió por primera vez visitar su torre.
En aquel entonces, el príncipe se había dedicado a sus estudios y a la práctica de la espada, tratando de sobrellevar la maldición que se le había impuesto. Cuando escuchó la historia de la torre y la promesa de que su dueña concedería un deseo a quien subiera a la cima, había sonado casi demasiado bueno para ser verdad.
Desde ese día, conocer a la bruja de esa torre había sido el principal objetivo de Óscar… Pero la bruja que había conocido no se parecía en nada a lo que alguna vez había imaginado.
Parecía una mujer joven en lugar de una vieja y horrible arpía. Tampoco era astuta o irracional, como podría haber supuesto. Era habladora, pero eso era parte de la forma en que demostraba que se preocupaba en el fondo.
Óscar apoyó su mano en la cabeza de esta chica de menor tamaño.
— Parece interesante, así que te acompañaré. De cualquier manera, creo que te secuestrarán si te dejo hacerlo sola. —
— No soy un gatito; ¡estaré bien! ¡No aproveches la confusión para escabullirte del castillo! — reprendió Tinasha.
— Eso dices, pero… si pasa algo, será demasiado tarde. —
La impresionante belleza de la joven y su esbelto cuerpo eran suficientes para invitar a una atención no deseada. Si Óscar le quitaba los ojos de encima y ella se encontraba en peligro, como quien había firmado el contrato, él sería el responsable.
Consciente de la evidente preocupación de Óscar, Tinasha puso los ojos en blanco, exasperada.
— Me gustaría tener una charla seria contigo sobre cómo es tu percepción respecto a mí. —
— ¿Mi percepción sobre ti? No hay nada malo en mis ojos. —
Era amable, inteligente y no especialmente egoísta. Eso ya la cualificaba para convertirse en reina. Además, en su compañía siempre había diversión.
Tal vez porque no era una ciudadana de Farsas, no tenía complejos en sus interacciones con él, lo cual le era reconfortante.
… Sin embargo, lo único que quedaba era esperar a que ella cambiara de opinión sobre casarse con él. El príncipe no ocultó sus intenciones, y Tinasha suspiró.
— De acuerdo, ya que te has tomado la molestia de elegirlo, me encargaré de este trabajo. Pero tú debes quedarte en el castillo. Yo puedo encargarme sola. —
— ¡Ah, espera! —
Óscar extendió una mano a modo de reflejo, pero ya había desaparecido sin ningún conjuro. ¿Quizás se había teletransportado? Algunos magos que lo habían visto desde la distancia se quedaron atónitos ante lo que había hecho Tinasha.
Al quedarse solo, solo pudo frotarse las sienes antes de dar media vuelta, pues no había tiempo para reflexionar sobre cómo había escapado de él; tenía montañas de trabajo que atender. Sin embargo, su pequeño intercambio de palabras había sido un buen cambio de ritmo.
Al final, Óscar miró por la ventana, hacia el cielo sin nubes para luego marcharse rápidamente, dejando a algunos magos asombrados que lo seguían con la mirada.
༄ ༄ ༄
Recientemente, parecía que Farsas se tornaba más caluroso con cada día que pasaba.
En medio del sofocante aire de los campos de entrenamiento, Als practicaba sparring con los jóvenes soldados, pero ya sea porque sólo había transcurrido una semana desde el festival y todo el mundo se encontraba todavía agotado o como consecuencia del calor, los movimientos de los soldados eran lentos.
Ante esto, Als se debatía entre dejarles descansar o darles un sermón cuando vio que alguien se acercaba desde el castillo.
Al darse cuenta de quién era, se sorprendió.
— Señorita Tinasha, ¿está usted aquí por un encargo de Su Alteza? —
— ¿Por qué habría de estarlo? —
Llevaba el cabello largo recogido y vestía con ropa ligera, con la que era fácil moverse. Las mallas le llegaban a la rodilla, dejando al descubierto la piel de sus pantorrillas, las cuales eran tan llamativamente pálidas que a Als le preocupaba que la chica pudiera sufrir quemaduras por el sol.
— He terminado mi trabajo y siento un poco de frustración acumulada por mi rutina diaria. Me gustaría hacer algo de ejercicio, así que, si no te molesta, me gustaría que entrenara conmigo. —
— ¿Su Alteza está jugando conmigo otra vez? — preguntó Als, claramente sorprendido.
— Me pregunto por qué razón piensa así. — Dijo mientras sacudía la cabeza con vehemencia, mostrándose claramente irritada.
… Ya era conocido en ciertos círculos que Tinasha era la favorita de Óscar y que la involucraba en casi todo.
A algunos les parecía simpático; a otros, patético. Kumu y los demás magos se preocupaban por la posibilidad de que Tinasha perdiera su poder a manos de Óscar, después de que por fin habían tenido suerte y habían conseguido un hechicero espiritual en el castillo.
Als hizo una mueca, consciente de que sus soldados estaban distraídos al ver su esbelta figura entre ellos.
— Estaba a punto de declarar un descanso, así que voy a entrenar con usted. —
— Te lo agradezco. —
Dando permiso a su gente, la mitad de los soldados al mando de Als volvieron a sus puestos principales mientras la otra mitad se quedó para el espectáculo y Tinasha tomó prestada una espada de práctica de uno de ellos.
Sintiéndose aliviado de que Meredina estuviera fuera de servicio, Als también tomó una.
— ¿Ha usado una espada antes? —
— Un poco, en el pasado. —
— Me sorprende. — Als levantó su espada y comenzó a blandirla lentamente, calentando mientras lo hacía.
Tinasha respondió a sus golpes una vez, luego dos. Sus movimientos intuitivos y fluidos eran los de una combatiente con bastante talento, pero poco a poco, Als aceleró sus ataques, y ella los recibió todos con facilidad.
— “… Podría ser mejor que Meredina.” — Als sintió un escalofrío que le recorría la columna vertebral al imaginar el rostro infeliz de su amiga de la infancia.
Tal vez por su personalidad combativa, Meredina siempre intentaba intercambiar golpes con él de frente, pero Tinasha nunca recibía un golpe de lleno. En cambio, desviaba un poco la dirección y dejaba que rozara.
Esto daba a entender que era consciente de que su pequeña estatura le otorgaba un estilo de lucha desventajoso. Mientras hacía esto, la joven esperaba el momento en que la postura de su oponente se debilitara.
Si se tratara de un combate real, habría aprovechado la oportunidad y se habría lanzado al instante para atravesar a su oponente. Sin embargo, si se hubiese tratado de un combate real, Als no le habría dado la oportunidad en primer lugar.
Aun así, Tinasha era sin duda una compañera de sparring muchísimo más complicada que los otros soldados.
Als hizo girar su espada más rápido en el aire cuando pensó en ello. Los soldados que se habían quedado sólo para divertirse estaban ahora atónitos ante las habilidades de la joven maga.
— “… Tal vez la ponga a prueba un poco”. —
Con esto en mente, Als imprimió aún más fuerza a su empuñadura, tanto que, si recibía un golpe, su mano se entumecería hasta el grado de dejar caer su arma y con fuerza, hizo caer su espada sobre Tinasha.
Sin embargo, la esbelta chica no esquivó el ataque.
Se adelantó a su alcance, se colocó en posición de ataque e inclinó el ángulo de su espada. Cuando el poderoso golpe de Als cayó como un rayo, se estrelló contra el filo superior de su arma y ella lo esquivó hacia la izquierda.
Inmediatamente después, dio un paso más y clavó su codo izquierdo en la muñeca de su adversario.
Lo que al contraataque de Tinasha le faltaba en potencia lo compensaba con creces en velocidad, ese golpe estaba perfectamente dirigido a su articulación, y casi dejó caer su espada.
Mientras se apresuraba a sujetar mejor su empuñadura, la chica apuntó la punta de su espada a su cuello.
— ¡ - ! — Con la punta de la espada en la cara, Als utilizó inmediatamente su mano izquierda para apartarla golpeándola en el contrafilo.
Una vez evadido el golpe en el que había volcado el peso de su cuerpo, Tinasha saltó hacia la derecha, con la parte superior del cuerpo todavía agachada. Esquivó el siguiente golpe horizontal de Als.
Rápidamente retrocedió otro paso, creando algo de distancia entre los dos, antes de volverse para sonreírle.
— Eso estuvo cerca. — Exclamó con una sonrisa maligna.
La joven bruja se mostraba como un gato negro que merodea por la noche, mientras que Als se limitó a sacudir la cabeza, sorprendido.
— Esos no son los movimientos de alguien que sólo ha hecho un poco de esgrima… Eres lo suficientemente buena como para abandonar a los magos y unirte a nosotros aquí. —
Unos movimientos tan ágiles indicaban que Tinasha había hecho mucho más que tomar unas cuantas lecciones. Probablemente poseía una verdadera experiencia de batalla, pues la forma en que se movía hablaba de una gran cantidad de ella.
— Gracias. — Le respondió con una gran sonrisa.
Ante esto, Als sólo pudo sacudir la cabeza, cabizbajo, percibiendo algo inconmensurablemente profundo en aquella sonrisa.
༄ ༄ ༄
La voz del mago resonó en toda la sala de conferencias.
— Hace cuatrocientos años, con la destrucción del Imperio Mágico de Tuldarr en una sola noche, una parte de las técnicas mágicas se perdió para nosotros. Pero hoy en día, la mayor parte de la magia conocida se encuentra disponible entre nosotros. Por lo tanto, podemos decir que el punto de partida ahora es asegurarse de que cada hechicero tenga un fuerte dominio de sus conocimientos individuales. El primer paso para usar la magia es tomar conciencia de uno mismo como si se tratase de un tarro de cristal lleno de líquido, interactuando con el mundo como individuo y utilizando esa composición mágica para afectar a los fenómenos naturales. —
Una veintena de personas se reunieron para asistir a la conferencia matutina, una introducción a la magia.
Sentada en la última fila, Tinasha escuchaba entusiasmada, cuando una puerta del fondo se abrió y Kav entró en la sala. Al percatarse de su presencia, la saludó y se sentó a su lado.
— ¿Una conferencia interesante? —
— Demasiado. — Respondió Tinasha, haciendo girar una pluma entre los dedos.
No recordaba haber aprendido magia a través de alguien antes de convertirse en bruja, por lo que escuchar teorías como éstas era bastante novedoso para ella, sin embargo, desde arriba se escucharon ruidosos pasos, interrumpiendo la lección.
La sala de conferencias estaba situada en el atrio, diseñada de tal manera que los que estaban en las pasarelas de los pisos superiores podían mirar hacia abajo en la sala.
Alguien en el piso de arriba estaba creando un alboroto bastante perturbador mientras se desplazaba.
Ante esto, Tinasha solo observó, preguntándose si se trataba de algún tipo de emergencia, cuando un hombre chillón y grasiento apareció.
Se dirigió al fondo para comenzar a descargar un flujo constante de quejas sobre los magistrados.
El ruido hizo que la conferencia se detuviera por un momento, por lo que todo el mundo levantó la cabeza para mirar hacia arriba y observar. El hombre grasiento no prestó atención a sus espectadores y se marchó sin mirar ni una sola vez a la sala de conferencias.
— ¿Qué fue eso? — susurró Tinasha, y justo cuando Kav estaba a punto de responderle, la conferencia se reanudó, por lo tanto, guardaron silencio para escuchar.
No fue hasta tres días después que escuchó por fin la respuesta a su pregunta.
Los aposentos del príncipe heredero Óscar ocupaban por completo un bloque dentro del castillo y tan pronto como entró, se escuchó un golpe en la ventana.
Sorprendido, Óscar la abrió y encontró a Tinasha de pie en el balcón, así que la invitó a entrar.
— Puedes usar la puerta, ¿sabes? —
— No deseo hacerlo. Si alguien me ve, los rumores serán peores… —
— Creo que es un poco tarde para eso. —
La joven bruja entró, con mirada sombría.
— Hoy has vuelto muy tarde. — comentó.
— Ha llegado alguien al castillo que suele darme mucho trabajo… Por cierto, ya tengo lo que me pediste. —
Óscar se dirigió a su mesa y le mostró a una pila de papeles que descansaba sobre la misma. Dentro de los documentos había información sobre la investigación del recientemente asesinado Temys, que Tinasha había querido estudiar.
La alta gavilla de papeles detallaba todo, desde sus estudios publicados hasta sus teorías ultra secretas y no anunciadas.
— Gracias. — dijo Tinasha, recogiendo los informes y comenzando a hojearlos.
— Parece que aún no hemos podido encontrar al viejo mago que fue avistado con Fiura. Seguimos buscándolo, pero… — titubeó.
— Podemos suponer sin temor a equivocarnos que entró en el castillo y le dio el veneno, pero eso es mucho esfuerzo para simplemente interferir en un enredo personal. — razonó Tinasha.
Por eso había sentido curiosidad por analizar la investigación sobre el asesinato de Temys para desentrañar el misterio, y mientras examinaba los documentos, continuó:
— La verdad es que hay alguien más que me parece ligeramente sospechoso, aunque podría ser sólo mi imaginación. —
— ¿Alguien sospechoso? ¿De quién se trata? — presionó Óscar.
— Durante el festival, recibí una advertencia de un mago que pasaba por allí y entonces me dijo: “Es mejor que no te vayas o te meterás en algún lío”. —
Mientras explicaba lo sucedido con el hombre que había pasado cerca del foso, Óscar frunció el ceño.
— Otra historia extraña… Pero al parecer no es el mismo individuo que fue visto dentro del castillo. —
— No, no lo era. — coincidió Tinasha.
El desconocido que había visto junto al foso era un joven aproximadamente de la edad del príncipe. Tenía el cabello castaño claro y acompañaba a una chica de cabello plateado, mientras que ell mago visto con Fiura era mayor y llevaba una capucha que le cubría los ojos.
De cualquier modo, Tinasha seguía desconfiando del hombre misterioso que había conocido durante el festival, pues había ocultado su magia.
Por supuesto, su verdadera capacidad mágica no se acercaba a la de ella, pero probablemente superaba la de un mago medio de la corte. Por ello, pensar en él molestaba tanto a Tinasha, aunque en los últimos días había desplazado el recuerdo a un rincón de su mente.
— En este momento mi familiar lo está buscando. Cuando aparezca, podremos obtener algunas respuestas de él. —
— Si no tiene nada que ver con todo esto, le espera una desagradable sorpresa. Ser interrogado por una bruja de la nada es probablemente bastante sorprendente. — bromeó Oscar.
— No me importa. Puedo borrar sus recuerdos. — replicó Tinasha.
No existía tal cosa como ser demasiado cuidadoso, y aunque no se consideraba débil, había retomado la práctica de la espada para poder hacer frente a cualquier imprevisto.
Si Óscar moría ahora, sería el fin de la línea real de los Farsa, a lo que Tinasha no era tan indiferente al respecto como para poder ver cómo sucedía.
La bruja lucía con un semblante serio, y por su parte Óscar le sonrió antes de servirse un vaso de agua con una jarra. Se lo llevó a los labios, pero lo retiró rápidamente para contemplar el líquido con desconfianza.
— ¿Qué es esto? Es extrañamente dulce… —
— ¿Qué? — Tinasha dejó sus papeles y se acercó a mirar el vaso de agua con él.
— ¿Es agua con azúcar? — preguntó Oscar.
— No debería serlo… — respondió ella.
Tinasha tuvo un mal presentimiento, por lo que miró a Oscar, con la cara crispada.
— ¿Lo has bebido? — preguntó con recelo.
— Sólo un sorbo. Pero no siento ningún… — Óscar se interrumpió, mirando a Tinasha sin parpadear. Su mirada fija la hizo sentir incómoda, y dio un paso atrás.
— ¿Qué? ¿Qué pasa? —
— Nada… —
Colocando una mano sobre su boca, por un segundo el príncipe pensó, antes de señalar los documentos sobre la mesa.
— Puedes llevártelos, déjame por hoy. — dijo, dándose la vuelta.
Estaba actuando de forma inequívocamente extraña, y Tinasha no pudo evitar acercarse a él, insistiendo en las respuestas.
— ¿Por qué? Estás te estás comportando un poco raro. Mírame y dime la razón. — La bruja subió flotando unos centímetros, sujetando el hombro de Oscar y sacudiéndolo.
— ¿Qué es lo que has bebido? Devuélvelo. —
— Está bien, tan sólo retírate. —
— Te dará un calambre en el cuello. —
Óscar seguía girado hacia un lado, y Tinasha le tomó la cara entre las manos, obligándole a mirarla.
Hubo un momento de silencio, y entonces tuvo la breve noción de que su rostro se reflejaba en los ojos azules del príncipe. Inconscientemente, se acercó para ver si realmente era así.
Cuando se acercó, Óscar la rodeó con sus brazos. Sus grandes manos se enredaron en su cabello, luego la acercó y le dio un beso en los labios.
Sin embargo, ella se quedó sin palabras. Con calma, se apartó y parpadeó lentamente.
— ¿Qué fue eso? ¿Una especie de broma? — preguntó Tinasha.
Cuando la soltó, flotó suavemente y le dio una palmadita en la cabeza, con el semblante fruncido.
— Me siento un poco alterado. Creo que eso fue una especie de afrodisíaco. —
— ... —
Un pesado silencio se apoderó de ambos. Tinasha se quedó casi congelada, en shock durante un momento antes de gritar: "¡Yo no lo he hecho!".
— Si lo hubieras hecho, habría sido un giro imprevisible de los acontecimientos, y muy divertido, además. Qué lástima. — Óscar sonó casi decepcionado.
— ¡No tiene ninguna gracia! — replicó Tinasha.
El joven se sentó en la cama, y mientras ella lo miraba, su mente trabajaba rápidamente para idear una contramedida. Si sólo se trataba de un afrodisíaco, lo mejor era que se fuera como él le había pedido. Sin embargo, también existía el riesgo de que fuera una poción con algún tipo de efecto secundario, en cuyo caso, podría ser fatal más tarde si la dosis no era tratada inmediatamente.
Por el momento, lo único que podía hacer era analizar la composición mágica del líquido, así que decidió hacer precisamente eso, pero la bruja se encontró de repente con que sus brazos estaban atrapados, y la tiraron hacia abajo en la cama.
— Oye, tranquilízate. —
— Esta es la razón por la que te pedí que te fueras. — dijo Oscar.
Tenía la cara desencajada, como si le doliera, y su voz carecía de su habitual tono burlón. Tinasha comenzó a sudar frío al verlo así por primera vez, por lo que agitó el cuerpo para intentar librarse del hombre que la presionaba, pero la diferencia de estatura era demasiado grande y no pudo moverse.
En situaciones como ésta, lo mejor que se podría hacer es lanzarse por los aires y dejarle inconsciente, pensó Tinasha justo cuando Óscar, con una mirada muy atenta, se acercó y le besó el lóbulo de la oreja derecha.
— Acabo de percatarme de algo… —
— ¿De qué se trata? — preguntó ella, devolviéndole la mirada con frialdad.
— No necesito contenerme aquí… No hay nada en mi camino. —
— ¡Lo hay! Sí que lo hay. ¡Ascenderé hasta el techo! — gritó ella.
— Haz lo que te plazca. —
La voz de Óscar se tornaba baja y áspera, mientras que su apuesto rostro se acercaba cada vez más.
Tinasha suspiró un poco, cerró los ojos y apoyó su frente contra la de él, y luego vertió magia justo en el punto en el que su piel se tocaba. La composición mágica de lo que corría por sus venas tomó la forma de un sigilo que flotaba en el aire.
Tres anillos, muy potentes, no obstante, una estructura sencilla.
En el momento en que se concentró con determinación, cargando el poder en esos anillos, éstos se hicieron añicos sin dejar siquiera un rastro.
Una vez que logro salir por debajo de Óscar, Tinasha recogió la jarra de agua que había iniciado todo esto.
— ¡Por este motivo te dije que no podía protegerte de los venenos! Tienes que tener más cuidado. Voy a probarlo ahora. —
— Si te afecta el afrodisíaco, no te detendré. — se burló Óscar, aparentemente volviendo a la normalidad.
— ¡Las pociones no surten efecto en mí! — Tinasha enrojeció de rabia.
Luego, por mucho que hubiera gritado, la bruja se tranquilizó por completo, y su cabeza se inclinó dubitativa.
— En cualquier caso, no tenemos ni idea de por qué te han drogado con esto… Realmente es sólo un afrodisíaco. —
— Tengo noción de quién podría ser. Pero no hay pruebas. — respondió Óscar, con un aspecto inusualmente desagradable.
Luego, cruzó las piernas en la cama y Tinasha se sentó a su lado con la jarra de agua en la mano.
— Entonces tendremos que conseguir alguna prueba. — propuso Tinasha, tarareando un breve conjuro para infundir la cantidad restante de afrodisíaco con una forma mágica.
Ante esto, el líquido reaccionó casi de inmediato y flotó en el aire en forma de filamentos difusos que formaron una forma tridimensional.
— Espera un momento, esto permitirá deducir quién ha creado esta cosa. — Tinasha añadió un nuevo encantamiento a la forma de tres anillos.
— ¿Puedes hacer eso? — preguntó Óscar, bastante sorprendido.
— Quien hizo esto probablemente pensó que nadie sería capaz de revertirlo y descubrir su identidad. Este hechizo se extinguió hace mucho tiempo, así que probablemente soy la única que sabe cómo formularlo actualmente. —
Cada vez que Tinasha entonaba un poco más el conjuro, la forma cambiaba gradualmente y giraba en el aire.
— Por cierto, si la persona que realizó este conjuro es alguien que no conozco, no podré saber quién es. Espera… Oh, mira… —
Finalmente obtuvo su respuesta, y su mirada se ensombreció aún más al contemplar la silueta cambiante.
༄ ༄ ༄
Incluso con una repentina situación, Óscar no podía eludir sus numerosas responsabilidades, y lo mejor que pudo hacer fue deshacerse de las personas que acumulaban asuntos más irascibles.
Mientras procesaba documentos en su estudio, Tinasha le entregó una taza de té que había preparado, y él se lo agradeció, pero en ese instante, llamaron rápidamente a la puerta. La persona por la que Óscar había preguntado había llegado.
— He acudido a su llamado. —
Kav, un experto en pociones, entró tímidamente en la habitación, a lo que Óscar le tendió un vaso de agua.
— Sabes lo que es esto, ¿cierto? No lo bebas. —
Kav se adelantó y sujetó el vaso, lo miró perplejo mientras lo olía. Tinasha observó divertida cómo se le iba la sangre de la cara.
— ¿Por qué tiene esto, Su Alteza? —
— Alguien lo puso en mi jarra de agua. —
— ¡¿Qué?! — Kav gritó asombrado, mirando de un lado a otro de Óscar a Tinasha.
Óscar sostuvo plácidamente la mirada del hombre, mientras Tinasha fruncía el ceño y asentía, con esto, Kav captó su significado y se volvió hacia ella, haciendo una reverencia extremadamente baja.
— ¡Debo disculparme profundamente! ¡Nunca pensé que se utilizaría para este fin! Señorita Tinasha, ¿cómo podré expiar esto? —
— Ah, no, no tienes por qué disculparte demasiado. —
— ¡Pero este es el más fuerte! Incluso un pequeño sorbo destruirá toda razón. — insistió Kav, con cara de asombro, y Tinasha se giró para mirar a Óscar con los ojos muy abiertos, para luego darle una ligera palmada.
— ¡Vaya! ¡Qué autocontrol! —
— Vamos, vamos, continúa elogiándome. — Óscar encontró la acción bastante adorable y entrañable, pero se apartó para mirar a Kav.
— ¿Quién te ha pedido que hagas esto? — insistió.
Kav dudó un poco antes de admitir con los dientes apretados.
— El duque Pasval. Tu tío… —
Era exactamente la respuesta que Óscar esperaba, por lo que sintió que le venía un dolor de cabeza.
༄ ༄ ༄
Kevin, el rey reinante de Farsas, era el mayor de tres hermanos.
Tenía un hermano menor y una hermana menor, pero ambos ya habían fallecido. Su hermano menor, el antiguo primer ministro, murió por enfermedad hace apenas un mes, mientras que su hermana, la más joven de los tres, siempre había tenido una fisiología débil por lo que falleció pocos años después de casarse. Estaba destrozada por la pérdida de sus hijos en los incidentes de secuestro que habían sacudido Farsas, y su salud había decaído rápidamente.
Su marido, el duque Pasval, tenía fama de materialista, pues había tomado la herencia de su difunta esposa y con ello había construido una mansión en Colas, a las afueras de la ciudad del castillo.
Se rumoreaba que allí llevaba un estilo de vida abiertamente autoindulgente y libertina, pero por alguna razón, desde el festival había vuelto a vivir en una mansión de la ciudad. No sólo eso, sino que acudió a la corte, a pesar de no haber sido convocado, para plantear quejas en los oídos de los miembros del consejo real.
Hacía comentarios sarcásticos y cortantes hacia Óscar y a menudo le generaba más trabajo.
Y aunque todos cotilleaban sobre Pasval a sus espaldas, le trataban con cortesía en persona. Al fin y al cabo, seguía siendo miembro de la familia real, aunque sólo fuera por matrimonio.
Esa noche, Pasval regresó a su mansión y con una botella de licor en la mano, escuchó el informe de uno de sus sirvientes.
— ¿Sabes si la droga ha funcionado ya? — preguntó.
— Fue perfectamente colocada, pero aún no sabemos más. — respondió el subalterno.
— Bueno, da igual. Sólo hay que esperar los resultados. —
Despidiendo a su subordinado, Pasval sirvió un poco del líquido ambarino en una copa de plata. Ya un poco borracho, se rió complacido.
— Ese maldito mocoso y su espíritu hechicero. Ahora mismo debe estar tambaleándose por cavar su propia tumba, y si lo que he escuchado es cierto, la mujer morirá. Así que mejor. —
— … ¿Qué es lo que ha escuchado exactamente? —
Una voz surgió detrás de él, y Pasval se dio la vuelta, sobresaltado. Fuera del gran ventanal de la habitación, una clara luna azul brillaba en la oscuridad.
Una joven mujer se encontraba de pie al borde de la ventana, iluminada por la fría luz de la luna. Su piel era tan blanca y su aspecto tan llamativo que semejaba una muñeca, pero mostraba una sonrisa cruel.
— Me gustaría saberlo. — añadió.
Su voz era tan afilada como una hoja fría. Un miedo instintivo recorrió a Pasval, haciendo que su voz se elevara y fuera estridente.
— ¿Qui-quién eres tú? ¿Cómo has entrado? —
La pálida doncella se elevó ligeramente del suelo, flotando hasta situarse directamente frente al duque. Sus mechones negros se balanceaban como si estuviesen bajo el agua, mientras sus ojos oscuros parecían atravesarlo.
— Permítame presentarme. Soy la bruja Tinasha, me llaman la Bruja de la Luna Azul… Sí, su sobrino me regaña a menudo por entrar por la ventana, así que le pido disculpas. —
— ¿Br-Bruja…? —
— Lo siento, no soy una hechicera espiritual ordinaria. —
Ante esas palabras, Pasval comprendió por fin que se trataba de la hechicera de espíritus a la que había tendido una trampa y que no era una maga cualquiera, por lo que sus rodillas cedieron y se desplomó débilmente en una silla.
— ¿Por qué una bruja…? —
— ¿Qué ha escuchado? —
La pregunta fue formulada con dulzura matizando su tono, pero la apariencia de Tinasha no daba indicios de su verdadera y aterradora fuerza.
Una vez disgustada, podía reducir a cualquiera hasta las cenizas en un instante.
Pasval respondió con un grito ahogado y dijo:
— Tiene la maldición de una bruja… Según parece, todas las mujeres involucradas con él morirán… —
— Si fueran todas las mujeres involucradas conmigo, ya habrían ocurrido demasiadas más muertes. —
Una nueva voz, la de un joven que parecía agotado, entró en la habitación, a lo que Pasval se giró para encontrar a su sobrino de pie junto a la pared.
— E-espera, ¡¿cuándo has entrado?! —
Con los brazos cruzados y apoyado en la pared, Óscar lo ignoró y se dirigió a la bruja.
— Ya te he dicho que horrorizas a la gente cuando entras de esa manera por la ventana. —
— No me importa, es conveniente. —
Tinasha se agachó y recogió los papeles esparcidos por el suelo. El informe contenía una detallada investigación sobre el personal del castillo, así como sobre la política nacional e internacional, pero no contenía información confidencial.
— Entonces, tío, ¿de parte de quién te has informado? — Óscar declamó.
— ¿No funcionó la droga…? — preguntó Pasval.
— ¿Funcionó…? ¿No funcionó…? De cualquier manera, y para ser sincero, creo que podría haber hecho algo de lo que me pudiera arrepentir. — bromeó Óscar.
— ¿Qué, perder tu oportunidad cuando levanté el hechizo? — intervino fríamente Tinasha.
Luego, se acercó a Pasval mientras deslizaba sus blancos dedos por su nuca.
— ¿Quién le ha hablado de esa maldición? Si nos lo dice, nos marcharemos. — dijo.
— ¡N-No lo sé! ¡Tampoco me dijeron su nombre! ¡Algún viejo mago! —gritó Pasval, poniéndose en posición fetal. —
Ante esto, Tinasha y Óscar solo intercambiaron una mirada.
— ¿Crees que es el mismo tipo? — preguntó Óscar.
— Las probabilidades son altas… Parece que se nos ha adelantado. — respondió Tinasha.
La bruja flotó sobre la cabeza de Pasval y pasó planeando hasta aterrizar junto a Óscar.
— No entiendo realmente lo que quiere lograr. ¿Cuál es la conexión entre esto y el otro incidente? — reflexionó Óscar.
Llevándose una mano a la barbilla, consideró las posibilidades, mientras que con la otra mano acarició el cabello de Tinasha. Entonces, ella cerró sus ojos, como si se tratase de un gato encantado de ser acariciado.
El hombre escondido en su silla observó la escena y gritó desesperado:
— ¡Si la bruja está aquí, eso significa que la maldición es real! ¡Te lo mereces! ¡Tu linaje y el de tu padre terminan aquí! Muérete de una maldita vez. —
Las cejas de Tinasha se arquearon. Levantó los brazos y empezó a conjurar un hechizo, pero Óscar le sostuvo una mano para detenerla.
— Aunque eso ocurra, no tienes que preocuparte, tío. Simplemente vuelve a tu mansión en Colas. — dijo Óscar por encima del hombro mientras se dirigía al balcón por el que había entrado.
Pasval lanzó más improperios a su sobrino mientras se marchaba.
— ¡Una vez muerto, este país es mío! Pagarás por las muchas burlas que he sufrido. —
Óscar no respondió a la provocación. Era como si no hubiera escuchado nada, mientras Pasval comenzaba a reírse a carcajadas y con fuerza, la bruja lo miró con ojos de desprecio.
Así, se acercó y susurró con voz clara y decidida:
— Su linaje no se extinguirá. ¿Por qué cree que he venido aquí? —
Pasval se detuvo en medio de una carcajada y la miró fijamente. Iluminada por un halo de luz de luna, lucía una sonrisa encantadora.
— Su línea de sangre no morirá. Y tú… No podrás volver a entrar en esta ciudad… Eso es un hecho. —
Mirándola con los ojos bien abiertos, Pasval permaneció en silencio. Luego, se dejó caer en la silla sin fuerzas, como si estas hubiesen abandonado su cuerpo, quedándose sentado, temblando, sin poder levantar la vista.
Tinasha lo miró con frialdad y luego siguió a Óscar hasta el balcón.
— ¿Qué has hecho? — preguntó.
— Así es como se lanza una maldición. — Ella sonrió, con los ojos entrecerrados.
Era la expresión de alguien fuerte y seguro de su poder para controlar los destinos de los demás.
— Volvamos, Óscar. Nuestro trabajo aquí ha terminado. —
Tinasha le tendió la mano y él la sostuvo; la pareja flotó en el aire.
Ganando altura, se elevaron sobre el cielo nocturno. Como un niño pequeño, los ojos del príncipe estaban fijos en el espectáculo que había debajo de él.
— Es divertido usar la magia de transporte, pero volar es tan nuevo y emocionante. — dijo.
— Para usar la magia de transporte, tienes que conocer las coordenadas de tu destino, o no funcionará. Desde luego, no conozco las coordenadas de todos los lugares de la ciudad. — explicó Tinasha.
Entonces, suspiró inesperadamente y Óscar la miró sorprendido. Tras una pausa, murmuró,
— Realmente tienes un tío desagradable. —
— ¿Ah, él? Bueno, no somos consanguíneos. Al menos, estoy agradecido por eso. —
Óscar había pensado que Tinasha se sentía molesta por no conocer todavía muchos lugares de la ciudad, pero resultó que había suspirado por sus circunstancias familiares. Sin embargo, por muy molestas y desagradables que fuesen las cosas que surgiesen, todo ello era una carga que él debía soportar en solitario. No podía compartir la carga con nadie, ni tenía intención de intentarlo. Hacía tiempo que estaba preparado para vivir toda su vida así.
Haciendo una pequeña mueca, Óscar se encontró con la mirada preocupada de Tinasha.
— Ahora puedo entenderte un poco más… Definitivamente haré algo con tu maldición. — dijo.
La mirada de Tinasha era tan diferente a la que tenía en la mansión.
Óscar sintió que el corazón le daba un vuelco. Cuando esta bruja disfrazada de chica le miró con ojos claros y brillantes, sintió que un cariño brotaba en su interior.
— ¿Qué? ¿Quieres casarte conmigo ahora? — preguntó Óscar.
— ¡Estoy hablando de encontrar otra manera! — Tinasha replicó de la misma forma que lo hacía siempre.
Y Óscar se echó a reír. Ahora su corazón se sentía más aliviado, e inhaló, profundo y suave.
Su momentánea melancolía había terminado.
A primera hora de la mañana siguiente, Pasval huyó de la ciudad a toda prisa, para encerrarse en su mansión en Colas, para no volver a salir.
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